El largo camino, más de 1.000 kilómetros (unas 650 millas) por caminos y carreteras, dejaba atrás el humo de las bombas, que Iryna veía por el espejo retrovisor. Aquello fue la estampa que les tocó vivir en carne propia.
Y luego de pasar por tres países, la joven ucraniana y sus hijos finalmente lograron volar a Estados Unidos para reunirse en Miami con su esposo, que se encontraba trabajando en Florida desde antes de la guerra.
LEA TAMBIÉN: Invasión rusa a Ucrania: claves en el 8vo día de guerra
Iryna contó a SpectrumLocalNews, a través de un traductor, que “el día que Rusia comenzó su ataque a Ucrania, mis hijos jugaban en el patio de casa”.
De pronto, los dos pequeños, al oír el estruendo del ataque, “se paralizaron y me miraron”.
Más tarde, “continuaron los ataques”, recordó la ucraniana. “Fue una noche de espanto, de bombardeos. Casi toda la noche se escucharon explosiones”, recalcó.
Iryna tomó a sus dos hijos, subió al automóvil y se dirigió rumbo suroeste, lejos de las bombas, hacia la frontera de Hungría, para esquivar la aglomeración de miles de vehículos que buscaban llegar a Polonia.
Una vez en el país magyar, territorio de la Unión Europea, la joven ucraniana optó por enfilar hacia el norte y atravesó Eslovaquia hasta llegar a Polonia.
Una vez en Varsovia, los tres tomaron un avión y llegaron a Miami.
“Agotamiento y miedo”, señaló Iryna. “Pasamos varios días viajando de Ucrania a Miami, más la diferencia horaria, más mis hijos, más la pérdida de familiares, mi casa, todo”, reflexionó.
Entretanto, miles de ucranianos continúan huyendo de la guerra y buscando cobijo en países vecinos.